Las
horas de esta vida
incierta
y fugaz,
se
desvanecen.
Bajo el
yugo del dolor
se las
está llevando el tiempo.
Inútil
el tiempo.
¿De qué
tiempo hablo
si
estoy flotando en la duda?
La
angustia, el desconcierto y la insensatez
de la
promesa de un futuro que nunca fue.
Las
horas que se deshacen en mis manos,
corren
como agua de río turbio
que
fluye sin sentido…
No sé a
dónde van.
Tampoco
de dónde vienen.
¿Qué me
prometió la vida
que la
siento tan vacía, tan estéril…?
¿Dónde
fueron los amores, las dichas eufóricas
los
afanes de la juventud y los sueños?
¿Qué
huracán arrasó mis sentidos,
que siento tan vacía mi alma?
¿Qué
son las horas
cuando
no hay por qué vivir?
Me
asombra la gente
que no
se pregunta nada
Y
sigue….
Sin
saber por qué, pero sigue.
Me
asombra la gente
que no
se pregunta.
Me
están arrancando el corazón.
Siento
el desgarro.
Ya casi
no siento.
Y de un
zarpazo alguien se lo lleva.
Alguien
empuña palabras
cual
disparo certero
al amor
desarmado,
sin
escudo,
sin amparo
sin
defensas,
tan
desnudo.
Recuerdo
un rostro vacío.
Que me
vació también el alma.
Te
llevaste todo.
Arrasaste
con el tiempo,
de
esperanzas y de abrazos.
Con el
tiempo de risas y luces.
Sólo
sombras
deja
este vendaval de heridas
cubiertas
de espanto por la ira,
las
promesas deshechas,
el
desencanto.
Con qué
facilidad
una
tempestad deja
jirones
de la vida.
Una
vorágine de promesas
hechas
cenizas.
No sé
qué hacer con este corazón.
Con
estas manos que me oprimen,
me
empujan hacia abajo.
Y abajo?
Abajo
no hay nada.
Susana Rama